Cómo destrozar tu felicitación navideña, y de paso, la reputación de tu empresa o negocio

En unos días empezaremos a mandar y a recibir las famosas felicitaciones navideñas, seguramente algunas de ellas nos sorprenderán gratamente, pero otras pasaran a engrosar lo que podríamos denominar “horrores navideños”.

Lo que en un principio sería una buena oportunidad para reforzar y consolidar la relación con nuestros clientes, se convierte en una carrera contrarreloj, en la que a muchas empresas y negocios no les queda más remedio que poner el piloto automático.

Nuestro tiempo es limitado, las tareas del día a día se incrementan sustancialmente y terminanos por recurrir a soluciones rápidas que en muchas ocasiones son verdaderamente contraproducentes.

Si quieres que tu felicitación navideña tenga el dudoso honor de pertenecer a dicha categoría, estas son las claves:

1. La calidad no importa:
En estas fechas cualquier dibujito vale, un angelito o un muñeco de nieve que hayamos capturado de Google. Lo importante es cumplir con la tradición, qué importa que un dibujo horroroso represente a nuestra empresa o negocio, o que hable de nuestra profesionalidad y seriedad.

2. No personalices el mensaje:
Menudo trabajo. Los clientes son todos iguales, para qué reconocer sus características individuales e intereses. Haz un correo masivo, no segmentes y trata a todo el mundo por igual.

3. Ignora el perfil de tus clientes:
Independientemente de como sea el perfil de tus clientes, ya sean banqueros, amas de casa o aficionados al mundo del motor, manda la imagen del arbolito de Navidad de todos los años. Así nunca te equivocarás.

4. No intentes transmitir emociones:
El impulso ante una compra nada tiene que ver con las ilusiones, aspiraciones y trayectoria vital de cada uno. La Navidad es lo que es y no hay que darle más vueltas.

5. No conectes la actividad que desarrollas con lo emocional:
!Ah!, que detrás de las ventas hay personas con necesidades y expectativas que buscan solucionar un problema…

6. Haz el envío en el último momento:
No importa que el cliente esté ya de vacaciones y no lo vea hasta su regreso. No puedes estar pensando que clientes se han marchado y cuales no. Ya te gustaría a ti irte de vacaciones también.

7. No te identifiques:
No pongas los datos de tu empresa, el cliente seguramente sabrá distinguir tu felicitación entre la de cientos de proveedores.

8. No respetes tu imagen de marca:
Con el poco tiempo que tienes…, para qué complicarse la vida con eso de los colores corporativos, tipografías y demás chorradas.

9. No relaciones tu actividad con la Navidad.
Una felicitación navideña es siempre una felicitación navideña. Hacer que esté en línea con lo que haces es para volverse loco. Un regalo de Navidad conectado con tu actividad…, que ocurrencias más disparatadas!!

10. Aprovecha para solucionar temas pendientes:
Ya que vas a mandar la felicitación, aprovecha la ocasión para solucionar algún problemilla que tengas con el cliente, o mejor, ofrece tu ultima promoción y manda la última factura. De está forma matas dos pájaros de un tiro.

CONCLUSIÓN

Estos ejemplos, escritos en clave de humor, reflejan de alguna forma la manera con la que muchas empresas y negocios se enfrentan a la realización de la tradicional felicitación navideña. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿por qué no felicitar la Navidad de forma sincera y honesta?, ¿por qué no dar lo mejor de nosotros y empatizar con nuestros clientes?

La felicitación navideña es una buena oportunidad para cultivar, consolidar y cuidar la relación con nuestros clientes. Siempre que se establecen lazos personales y de confianza las relaciones comerciales se benefician y mejoran.

En Bahay llevamos años poniendo los medios para que nuestros clientes puedan aprovechar esta oportunidad. Si quieres que tu felicitación Navideña esté a la altura de tu negocio, pulsa este enlace.

Foto de cabecera: Simon Matzinger. Unsplash.
Foto final: Morgan Session. Unsplash.

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